La depresión generalmente se clasifica en términos de gravedad: leve, moderada o severa. El médico puede determinar el grado de la depresión y de acuerdo con esto se plantea la forma como se debe tratar. Los síntomas de depresión abarcan:
Dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño
Cambio dramático en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso
Fatiga y falta de energía
Sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo y culpa inapropiada
Dificultad extrema para concentrarse
Agitación, inquietud e irritabilidad
Inactividad y retraimiento de las actividades usuales
Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio
Sentimientos de desesperanza y abandono
La baja autoestima frecuentemente está asociada con depresión, al igual que los arrebatos repentinos de ira y falta de placer en actividades que normalmente hacen feliz a la persona, incluyendo la actividad sexual.
Es posible que los niños deprimidos no tengan los síntomas clásicos de la depresión en los adultos. Se deben vigilar especialmente los cambios en el rendimiento escolar, el sueño y el comportamiento. Si los padres creen que su hijo podría estar deprimido, vale la pena consultarlo con el médico.
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